jueves, 13 de octubre de 2011

Justo antes

Siento como mis piernas comienzan a encementarse, como mis ojos se delatan hasta enternecer a un guerrero, como ya no pueden ver y sólo imágenes de recuerdo me inundan.
Apenas alcanzo a ver mis manos y el temblor en ellas parece ser la risa negra del que espera por mí.
Mi piel ha perdido la memoria y asustada se plega esperando saltar, pero sin saltar, sólo estando ahí siempre, como el forastero hasta que se queda.
Siento como las uñas de mis manos y pies piden perdón por no haber detenido a la vida mientras se escapaba por todos mis extremos.
La saliva espesa anunciando la sequedad, raspando los labios al caer deforme hasta la barbilla y colgar así en una pequeña gota para estrellarse contra el suelo y desparramarse sólo para evaporarse y dejar su olor. Sólo para eso y nada más.
Siento cómo por primera vez en mi vida quiero llorar, cómo mi garganta empieza a retorcerse para ahorcarme y a reírse sabiendo que la angustia comienza a dar náuseas y entonces el miedo sube igual a una materia agria que se asoma únicamente para dejar la amargura en mi boca y luego vuelve a bajar sabiendo que esa era su misión. El miedo, el miedo que nunca tuve en mi vida, lo tengo ahora, justo antes.
Me arrepiento de que mi último deseo fuera una buena comida y una buena mujer. Me arrepiento de no haber sido el último deseo de nadie. Me arrepiento de estar aquí postrado esperando. De esperar a que me vengan a buscar para siempre, o que me lleven quizá para nunca.
Siento que lo único que me acompaña es alguien que acabo de conocer, alguien que me va a acompañar para siempre. Alguien de quien no me tengo que despedir, que no va a llorar. Alguien que me lleva como un trofeo, quizá esperando una comisión, un porcentaje de mi alma
Siento como la vida ya no espera nada de mí, como ya no hay nadie a mi alrededor.
Comienzo a recordar aquellos años, a describir en mi recuerdo las imágenes que nunca antes me grabe, las historias con que nunca antes reí y las mujeres con que nunca antes soñé. Y recuerdo mis primeros amigos, mientras olvido dónde están ahora. Recuerdo mis primeros amores, pero he olvidado sus caras, sus olores.
Y así siento como el color comienza a desaparecer. Siento que el frío se hace presagio. Siento como los latidos de mi corazón son cada vez menos y los escucho más fuerte que nunca. Siento cómo comienza a oscurecer y la luz se convierte sólo en un recuerdo. Siento cómo se detienen mis venas y todo mi esfuerzo ya no hace un respiro. Y el miedo no se ha ido, está ahí esperando, burlándose apostando por un ruego. Pero ya no importa, ya no siento, ya no.